PRELUDIO
Velan los sueños las reminiscentes sombras pasionales,
resuenan en los tímpanos de la melancolía redobles acelerados. La brisa serena
del Guadalquivir acaricia las forjadas barandas de los balcones que esperan
abrir de par en par sus almas transparentes. Tiznan la anochecida los ciscos incendiados
y relucen en las calles los candiles refluentes del ayer. Buscamos en las copas
de los naranjos el inigualable olor balsámico que nos alcanza al pórtico de la
dicha plena. Comienza a despuntar un nuevo amanecer en el barrio de Triana.
Laten
en nuestras calles y plazas los corazones de los hijos que vuelven al calor de
la Madre en la majestuosa Madrugá de Sevilla. La Esperanza nos cubrirá con su
manto protector y borrará con su mirada todo dolor profundo de nuestros
adentros. Florecerá la Flor entre las flores en el jardín de los anhelos y
germinarán las semillas devocionales en el fruto del amor. La metáfora de la
luz avivará las llamas apagadas de las tinieblas existenciales. El anual
milagro de la espera reposará sus alas como ave peregrina en las azoteas y en
el horizonte de Pureza vislumbraremos la belleza más absoluta.