viernes, 27 de septiembre de 2013

TRASCENDENCIA DE DIOS


TRASCENDENCIA DE DIOS 
Como visionadas en un viejo óleo, retomo emotivas estampas del ayer. Contemplo las desgastadas calzadas del pasado, pórtico de añoranzas que funden realidad y sueño. Domina la trascendencia de Dios sobre la etérea superficialidad de lo mundano. Se nos va el Gran Poder a cada instante contorneando angostos entresijos y al tiempo anchando las vías de la espiritualidad del pueblo que reza postrado a su divinidad. Ante tanta adversidad y pesadumbre queda el consuelo del Amor sin fronteras. Las ensangrentadas llagas del Redentor son bálsamo cicatrizador de heridas, para quienes sufren los flagelos de la sinrazón. 

Al ver a Dios caminar sintiendo las astillas del leño sobre el desgastado hombro, surcamos las soterradas sendas de los tiempos, extrapolando al presente la irrefutable huella de la conmovedora zancada. No duden en tomar la mano del Señor y seguir su estela. Los caminos trazados por Dios nos conducen a la dicha plena. Tropezamos ante las innumerables piedras que encontramos a nuestro paso. Mirando a los ojos de Dios levantaremos y seguiremos avanzando por los llanos prados. Se elevarán altas montañas y muros infranqueables que nos impedirán vislumbrar el horizonte. Siempre el Gran Poder a nuestro encuentro alumbrándonos con su Luz deslumbradora.

Aprendamos a llorar con nuestros hermanos, a sentir sus heridas en nuestro costado y a ver en su mirada la profundidad del Dios que nos conmueve. Traspasemos el atrio venciendo temores, subamos las escaleras y alcancemos la cima. Avistar a Dios en la desdicha del prójimo nos afianza en nuestro peregrinar hacia la Santa Morada, consolar su llanto nos aproxima a la misericordia y hablar su lengua a oír la voz de nuestro Señor en los silencios del alma.