miércoles, 24 de noviembre de 2010

ESPERANZA

                                          Fotografía: Luis Manuel Jiménez

ESPERANZA


Viene la Virgen llorando
entre encajes de seda
El palio se está alejando,
aunque ELLA se queda.

Me ciega un destello,
un varal mi balcón está rozando.
No cabe, Dios mío, paisaje más bello
que el que su hermosura va derramando.

Camina la Esperanza por Pureza,
besando sus cabellos la Luna.
Triana a sus plantas le reza
como lo hace desde su cuna.

Por volver a verla el Barrio está gozando,
en el aire prenden jondos quejíos,
gitanos de la Cava le vienen cantando
coplas que se clavan en los sentíos.

Los ventanales permanecen iluminados,
las plazuelas con las puertas abiertas,
los patios vecinales engalanados
y sus habitaciones desiertas.

En vela la Giralda mira al Guadalquivir,
viejo compañero de sus nocturnas andanzas,
es su alma, su fiel amigo y su razón de vivir,
sinfonía de compases entre alabanzas.

Dulce sal son sus orillas,
su corazón es un Puente,
sus aguas son semillas
que germinan bajo una fuente.

 
                                          Fotografía: Luis Manuel Jiménez

Daría mi vida por liberarte de tu cárcel de madera
y por verte asomada a la ventana
para que sientas sobre ti cada candelero y su cera
y puedas mirar a los ojos a tu Virgen Gitana.

No llores, que me rompes el corazón.
Si no te asomas conmigo,
volver a verla no tiene razón,
es más bien un castigo.

Todo en esta vida tiene sentido
Mi cuerpo desgastado yace en calma.
No llora el cuerpo vencido
ni llora cautiva mi alma.

Llora el corazón agradecido
por tanta felicidad compartida,
por tanto amor sentido
y por estar tan cercana mi partida.

La Virgen nunca dejó de quererme,
no pienses que me abandonó a mi suerte.
La Esperanza ya vino a verme
para reposar su mano en mi frente.

Vino a levantarme en mis caídas
y a postrarse en mi cama.
Vino a abrir su pecho a mis heridas
y a posarse como pájaro herido en su rama.

No necesito respirar porque es Ella mi aliento.
No necesito caminar porque es Ella mi sendero.
No necesito comer porque es Ella mi alimento.
No necesito mirar porque es Ella mi lucero.

La próxima Madrugá te asomarás a esta misma reja,
sentirás un profundo vacío en tu pecho.
Pensarás que la Virgen de nuestras vidas se aleja,
sin saber que nos separa muy corto trecho.

Pasará la Virgen dejando su huella,
mirarás a sus ojos, faro brillante,
me verás pasar junto a Ella
y olvidarás tu desplante.

Cuando la Reina me llame a su vera
marcharé a vivir las historias más bellas
me pondré mi vestido de verde primavera
y caminaré descalza tras su palio de estrellas.

Mis pies desnudos bañados de Río
y mi corazón palpitante de amor marinero,
estremecidos por el amanecer escalofrío
buscan cobijo en Tu mar trianero.

Son nuestras vidas errantes prisioneras,
que siguen con embelezo el clamor
navegante entre olas pasajeras,
condenadas a vivir en la cárcel de Tu amor.