domingo, 6 de septiembre de 2009

QUE DIOS OS DÉ SEGURA ESCOLTA


En estos días de especial tristeza vuelven a mi memoria recuerdos de mi niñez que me acercaban a la cruda realidad del terrorismo. Cada vez que veía las imágenes del sufrimiento de unos padres, hijos, mujeres, amigos, compañeros y los restos de la barbarie, el corazón me daba un vuelco que tomaba forma en mi joven semblante, que por momentos quedaba inundado por un mar de lágrimas.
Aquellas fotografías de guardias civiles que acaban de perder la vida en manos asesinas me hacían estremecer. Trataba, inútilmente, de encontrar respuestas a la sinrazón deshumana. No entendía que nadie pudiese odiar a quienes a diario se jugaban la vida por nuestra seguridad.
Eran muchas las preguntas y pocas o ninguna las respuestas.A día de hoy y a pesar de haber transcurrido más de treinta años vuelvo a sentir lo mismo. Sigo sin encontrar respuesta a la barbarie. Mis ojos vuelven a enrojecerse y el corazón a latir a tal celeridad que incluso parece salirse del pecho.
Cada día valoro más a quienes generosamente juran honor y fidelidad a la Guardia Civil y a la Patria, a quienes ponen en peligro su integridad por asegurar la de los demás.Difícilmente voy a encontrar palabras para mostrar el dolor, la indignación y la impotencia por estos últimos actos terroristas.
Tan difícil para mí como encontrar palabras justas de agradecimiento hacia nuestros hermanos guardia civiles que nos muestran con su humanidad y coraje que seguir luchando por la paz tiene sentido y que sus compañeros no perdieron la vida inútilmente. Su muerte ha fortalecido nuestra unidad y nuestro deseo común de libertad.
Los ciudadanos somos un grito unánime contra el terrorismo que ni el uso traicionero de las armas podrá silenciar.Lleguen desde aquí mi respeto, consideración y cariño a la GUARDIA CIVIL.
Estoy muy orgulloso de su labor y me siento realmente privilegiado de contar con la amistad de muchos componentes del Cuerpo. Me han demostrado con su cariño y amistad que merecen muy mucho la pena, han sabido estar en los momentos difíciles y han sabido valorar lo poco que han podido recibir a cambio.
Con mis queridos amigos guardias civiles tengo la dicha de compartir este gran sentimiento fundamentado en la devoción hacia el mismo DIOS que los protege celosamente del mal. En estos últimos meses hemos compartido vivencias cofrades que nunca olvidaré.
Estos hombres y mujeres que acompañan a las Imágenes de su devoción dándoles escolta durante la Estación de Penitencia no son personajes ajenos y distantes de nuestros cortejos, bajo sus uniformes existen sentimientos profundos y sinceros que en ningún momento resultan ser incompatibles con ese deber de protección y custodia que durante tantos años han sabido llevar a gala.
Quiero recuperar un pequeño homenaje que pude dedicarles esta pasada Cuaresma. Ahora más que nunca necesitan de la escolta segura del DIOS que aman con todas sus fuerzas y del Manto protector de su Madre.
“Señor de Sevilla, ayúdalos en su tarea diaria de amor a la Patria; fortalece sus nobles corazones; coloca tus manos, esas que mueven el Mundo, sobre sus hombros para que nunca decaigan en el esfuerzo; aparta de ellos a los enemigos de Dios y de España, que sólo conocen del uso traicionero de las armas y muéstrales el camino hacia La luz de tu Rostro”.
“Dios de Sevilla, acoge en tu Gloria a los Guardias Civiles que durmieron en paz con los hombres y contigo Padre Bendito, dales descanso eterno y que Tus Arcángeles los acompañen, dándoles ESCOLTA segura, hacia Tu Santa Morada”.
“Hermanos caídos, la muerte no es el final del camino, vuestra esperanza os llevará a la Luz de Dios y con ella al Triunfo Glorioso de la Resurrección”.
“Queridos hermanos, que la Virgen del Pilar, vuestra Patrona, extienda sobre vosotros su manto protector y os colme de bendiciones”.